viernes, 29 de marzo de 2013

XVII - Carrusel de Cadáveres V - Ecos, Susurros y Alaridos

Sabía que la observan, no sabía cuándo, pero sabía cómo... había cámaras en su casa, la vigilaban.
Muchas veces trataba de averiguar cómo, muchas trataba de saber por qué, pero sólo conseguía acabar con dolor de cabeza.
¿cuál podía ser el motivo? -pensaba mientras agitaba la cabeza de alante a atrás en un movimiento ondulante y mecánico.
Tenía miedo de que la descubrieran, era una elegida, alguien especial, podía oir a Baal, cosa que los demás no.
-Verónica, Verónica, Verónica, Verónica, Verónica, Verónica, Verónica, Verónica, Verónica - decía su maestro mientras la palpitaba el corazón de alegría.
- Córtate, Córtate, Córtate, Córtate, Córtate, Córtate, Córtate, Córtate
- No por favor, no me obligues, prometo hacerte caso, prometo hacer lo que quieras no me obligues, para, PARA, PARAAAA.
- Córtate, Córtate, Córtate, Córtate, Córtate, Córtate, Córtate, Córtate.
Sus uñas se entrometían entre la carne del antebrazo delgado y pálido, despertando unas lágrimas viscosas, oscuras y carmesí, acompañadas de un grito de dolor, de un alarido de obediencia.
- Ya está, ya me he cortado, para por favor, PARA!!! - decía mientras percutía con las uñas las cuerdas tisulares de tan refinado violín.
- Verónica, Verónicaaaaa, Verónica - decía una voz cantarina - ¿Me harás caso Verónica? Sabemos que te graban. Lo sabes. Lo sé. Te ven, te oyen, Saben que estás aquí, te dejan hacerte daño, te dejan ante mi, eres mía, mi juguete, mi experimento (oía mientras veía como unos insectos repulsivos la recorrían las piernas desnudas por debajo del camisón etéreo).

Así era la realidad detrás de la puerta número 4, la sombra del Eco, dónde la belleza interior cobraba voz y voto, y se volvía peligrosa y terrible. La moqueta se manchó de sangre, Verónica se quedó inconsciente y quien miraba por la cámara en la puerta número 5, miraba y anotaba en un cuaderno rosa de Hello Kitty.

"Día 7 de Mayo, hoy Verónica estaba más intranquila de lo habitual, pobrecilla, vamos a tener que hacerla una lobotomía para ayudarla a alcanzar una perfección inmaterial, vegetal y caústica"

Miró a la botella de Cristal, a su contenido cítrico y amarillento, y se saboreó los labios con la lengua, le encantaba hacer lobotomías, luego conservaba en su cuarto, la puerta número 6, todos los trozos amputados en botes de formol de primera calidad, y tenía ya una gran colección.

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