martes, 30 de julio de 2013

XXVII - Cosas de Gunter

Siempre que le preguntaban que quería ser de mayor contestaba con "hada de los dientes", la gente se reía de él, "ellos no saben que ganaría dinero por rompérselos" pensaba, "les metería la varita en la boca y les dejaría las encías ensangrentadas y con purpurina" decía. "Las hadas de los dientes molan", "yo sé que conspiran con Vitaldent y son millonarias".

Siempre que le preguntaban cuál era su animal favorito decía "las viudas negras", cuándo le preguntaban asombrados que por qué, que a un niño de su edad no le podía gustar eso contestaba "Siempre me ha fascinado como las mujeres afroamericanas que han perdido a su cónyuge entablecen relaciones filiares con otros miembros de su comunidad" y ante la cara de asombro de su interlocutor, añadía "ji ji es broma". "Me gustan las viudas negras porque usan a sus parejas para conseguir lo que quieren, y cuando yo no son útiles les ahorran el rechazo matándoles", "En general me gustan las arañas, porque su tela pasa desapercibida, atrapan a sus presas y las confeccionan una mortaja dentro de su conspiración sedosa", "me gustan porque en función de la cuerda que se mueva dentro de su conspiración, saben a dónde acudir a presumir de quelíceros", "cosas de niños".

Cuando tocó escribir la carta a los Reyes, pidió un castillo en Escocia rodeado de niebla y con cementerio incorporado en una isla. Nadie le llevó al psicológo.

Gunter era un niño. Un niño algo peculiar. Un niño que cuando quería más gatitos enterraba a su gata y la regaba. Gunter era Gunter, qué redundancia!.

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