Se sorprendió a si mismo autocompadeciéndose de su situación, pero sin intentar salir.
Hablando consigo mismo de por qué estaba allí y de que parecía el desenlace idóneo para su vida, pero sin gritar buscando ayuda.
Se descubrió solo pero a la vez abrigado por tierra, en un sepulcro de madera.
Se animó a intentar salir, pero pensó que no era la rubia de Kill Bill.
Mientras pensaba sabía que el oxígeno disminuía más rápido que el mecanismo de un reloj de arena.
Siempre pensaba que moriría solo ¿Para qué salir? Así adelantaría el proceso. Arrepentirse era lo que estaba acostumbrado a hacer, afrontaría su situación aceptando su final.
Entre pensamientos parásitos, una sed le poseía, "tengo mucha sed" se decía. Fue entonces cuando se tocó el cuello y notó la zona dolorida. Cuando notó como los colmillos le crecían. Era un vampiro encerrado muriéndose de sed.¿qué clase de mente retorcida pensaría así?. Fue entonces cuando se dio cuenta de que era mejor que la rubia de Kill Bill y que era momento de empezar a actuar más que lamentarse. Era el momento de ignorar los espejos y dejar de reflejarse, era la ocasión de desangrar para satisfacer su sed. Era el carnaval del instinto. Una orgía de sangre. Un príncipe del infierno. Era el momento de obrar. Y nunca le había gustado tomar el sol.
Así fue como el nosferatu recuperó su vida, y el muerto viviente se quedó en un ataúd enclaustrado.
Aunque este vampiro era especial prefería que se la chuparan a chupar y con las estacas no tenía tantos problemillas.
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