jueves, 9 de enero de 2014

XXXIV - El Espantapájaros.

Briznas de paja entrecosidas mágicamente decoradas con franela. Un toque rural, campestre y carente de emociones. Una gota de terrorífico, ojos que no ven, corazón que no siente. Sin seso y con plumas decorando su peculiar anatomía tan fibrada. El espantapájaros.

Quería ser profundo, hondo y demiurgo, pero sus argumentos estaban llenos de paja; su cara, afeitada a golpe de rastrillo y sus manos tan hoscas y vulgares llenas de pajas. El espantapájaros.

Todo tipo de animales con pluma reconocían su existencia. Los había que se posaban sobre él valerosos, presumidos en su trayectoria, orgullosos de estar asentados en su hombro. Los había coloridos y ruidosos, sin un trino hermoso, que incordiaban y que picoteaban más que decoraban.
Los había grandes y pequeños. Los había serios y los había regios. Lo que más abundaba era el género de las rapaces, los niños de sus ojos, que se dedicaban a arrancárselos. El espantapájaros.

Entre graznidos, trinos, crascitando los que más, crotorando los que menos.
Aquí el espantapájaros parece el tonto de la historia, pero es el que más pájaros se ha llevado al huerto y del huerto depende de cómo se mire.

Sin esencia ninguna el rey de la cosecha, el Peter Pan de los niños del maíz.
El pescador de hombres definitivo. Segando con su paja migraciones aviares de tanto pájaro.

Y es que con un rey de tal calibre, sólo puede haber un séquito de cuervos. Negros bailarines despiadados, atraídos por lo que reluce, sin miedo a nada, volando a ras del suelo, mujer contra mujer (si no lo pongo reviento).

El fin del cuento queridos niños, es que en el reino de los espantapájaros con séquitos sombríos, dedicaros a la recolección de frutos del bosque y a la ganadería.

Inmóvil en su trono, subido en las alturas, una existencia tan maravillosa y una actividad mental tan rica. Sin corazón, Sin cerebro, pero para muchos entrañable. Y se quema tan rápido.

(Ahora es cuando digo, que esto no es crítica social ni nada por el estilo........... de verdad....... juju )

XXXIII - Hierós

Vomitaba palabras con las manos, rumiaba oraciones complejas con clicks fugaces.
Pintaba con sintagmas lo esmegmático de su fauna interior.
Esculpía sobre papel lo que tejía su entorno.
La percepción, su percepción, un aliento de sensaciones.

Dos caras de la misma moneda, la superficialidad más extrema y la profundidad más mórbida.
Las risas y los llantos.
Un gólem de cera, un ángel de asfalto.
Construía corazas de cerámica, para encerrar un íncubo de frivolidad.
Sometía la carcajada a base de acidez.

Quería ser amado, acababa siendo poseído. Objeto de calidad insuperable pero barato.
Entre arcadas, reía, entre carcajadas vomitaba.
El mundo era horripilantemente hermoso y delicadamente salvaje.
Cuando Pensaba demasiado, encontraba un vacío dentro de un caos.
Un gólem de cera, un ángel de asfalto.

Eterno debate, cristalinamente opaco.
Brotes floreciendo marchitos, dispuestos a contar un cuento sobre un cáncer no nacido en Julio.
Raíces segadas a contrapelo. Incertidumbres.
Abolición decapitada de emociones demasiado vulgares.
Entrega elegante al cilicio de la autocrítica.
Un gólem de cera, un ángel de asfalto.

Fantasía tridimensional de aquelarre pagano.
Flores de loto del recuerdo.
Laberinto de indecisión.
Una bestia en el centro, con alas y aureola.
Émesis de reflejos en un patíbulo de vanidades.

Luces en la oscuridad, focos para la foca.
Aplausos, sardina y chapoteo de felicidad.
Un gólem de cera, un ángel de asfalto.

Frialdad camuflada en una pira funeraria.

Intentó ser compositor de perversiones guturales.
Pentagramas de safena, goteando a la entrepierna.
Hambre de Amor.

Respondió a la llamada de Noé, pero viajó solo en el arca.
Se comió a Sem, Cam y Jafet; y se cagó en la rama de olivo de la paloma.

Lago cristalino lleno de humor vítreo y negro.

Caníbal sediento de romanticismo, pero alérgico a él.
Un gólem de cera, un ángel de asfalto.
Una masa de barro,
Una mole de basalto.
Una pena con pene.